Diferencias: Amplificador Digital VS Analógico
Saludos a todos, soy Dario de Aria y hoy vamos a hablar de los amplificadores integrados estéreo.
Un amplificador integrado estéreo combina lo mejor de un preamplificador y un amplificador de potencia en una única unidad. Pero eso no es todo. Estos increíbles dispositivos también incluyen un receptor de radio, sea AM, FM o incluso con conectividad a Internet. Esto los convierte en el compañero perfecto para disfrutar de nuestra música favorita, ya sea desde CDs, v inilos o archivos digitales desde PC, tablet o teléfonos móviles.
En la actualidad, existen dos tipos principales de amplificadores integrados estéreo. Los clásicos modelos analógicos y los modernos modelos con entradas digitales. Por un lado, encontramos joyas como el Marantz Model 30, que destaca por su sección analógica. Por otro lado, tenemos opciones más completas como el NAD M33, que además de ofrecer gran calidad de sonido, incluye entradas digitales como HDMI, USB, óptico y coaxial.
Ahora bien, ¿cuál de estos modelos se adapta mejor a tus necesidades? Las dos opciones son completamente válidas, recomendando el amplificador integrado analógico a los audiófilos más puristas, especialmente si ya cuentan con un DAC externo de alta calidad. Para el resto de usuarios, un receptor estéreo con entradas digitales, DAC incorporado y opciones de conectividad inalámbrica sería la elección ideal.
Veamos más detalles. Echemos un vistazo a un amplificador integrado analógico. Como podemos apreciar, el panel trasero incorpora las entradas analógicas habituales previo y fono. ¿A qué tipo de usuario os recomendaría este modelo? Sin duda, aquellos que buscan una buena calidad de sonido y necesiten mover altavoces exigentes. La construcción de este aparato es impecable y si además le añades un DAC externo, tendrás una combinación perfecta.
Continuemos con otro gran modelo de amplificador integrado, esta vez de la marca NAD. Al observar su panel trasero, podemos notar que es completamente diferente al anterior. Aquí encontramos entradas típicas para fono, salidas para Subwoofer y una conexión de salida previa para aquellos que deseen agregar una tapa de potencia adicional. Pero lo más interesante es que este amplificador también incluye entradas digitales, HDMI, ARC, conexiones coaxiales, ópticas. Además, tiene la capacidad de trabajar en red, compatible con Wi-Fi y Bluetooth, así como un puerto USB.
También mencionar que incorpora un buen DAC, que mejora la calidad de todas las entradas digitales que agregamos. Como puedes ver, hay diferencias significativas entre estos dos modelos y dependerá de tus necesidades y preferencias decidir cuál se adapta mejor a ti. Ahora hablemos sobre los diferentes tipos de amplificación que suelen implementar estos dispositivos.
Normalmente se basan en tres clases, clase A, clase AB y clase D. La clase A es conocida por tener un precio elevado y ser capaz de generar altas temperaturas, por lo que necesita un tamaño considerable para disipar el calor. Aunque suelen ser de baja potencia e ineficientes en términos de consumo, ofrecen características sonoras exquisitas y son muy apreciadas por los audiófilos. Algunas marcas reconocidas que utilizan amplificación de clase A son Macleady, Levinson, Creel y Clayton Audio.
La clase A B es la más común tanto en equipos de alta fidelidad como en sistemas de cine en casa. Estos amplificadores son de rango medio y combinan la clase A para niveles de escucha muy bajos y luego cambian a clase B, ofreciendo un buen equilibrio entre calidad y consumo. Marcas como Marantz, Denon y Yamaha suelen utilizar esta tecnología en sus productos.
La clase D, a menudo confundida con la amplificación digital, en realidad opera analógicamente utilizando transistores con mutados a ultra alta velocidad. Originalmente, esta tecnología estaba destinada al ámbito profesional del audio, pero poco a poco ha ido ganando popularidad en el mundo de la alta fidelidad. Marcas como NAD, algunos modelos de Rotel y el prestigioso Jeff Robland la utilizan en sus dispositivos.
En el ámbito del cine en casa, encontramos marcas como Pioner, Anderson, CM y Focal, que también utilizan la tecnología de amplificación de clase D. Además de los tipos de amplificación mencionados, también existen otras variables interesantes como la clase G, utilizada por Arcam, y la clase H, utilizada por Emotiva. Ahora bien surge la pregunta, ¿es mejor optar por un amplificador integrado o por un receptor de cine en casa? En el mercado hay una amplia variedad de modelos con diferentes potencias para adaptarse a las necesidades de tus altavoces y sala.
A menudo, llama la atención la diferencia en las potencias declaradas entre los amplificadores integrados y los ABR. Sin embargo, en realidad no hay tanta diferencia. Lo que ocurre es que estos últimos suelen maquillar las especificaciones con pequeños trucos, como mediciones a un solo canal, mediciones a seis ohmios o a cuatro ohmios.
En cambio, los amplificadores integrados suelen ofrecer potencias más realistas. En general, con un amplificador integrado de 90 a 100 vatios, se suele tener suficiente potencia para sonorizar espacios de hasta 25 o 30 metros cuadrados. Esto, por supuesto, dependerá de la sensibilidad de tus altavoces y del nivel de presión sonora que desees alcanzar.
Al considerar la potencia de salida, debemos tener en cuenta que lo que realmente percibimos con nuestros oídos no son los vatios, sino los decibelios correspondientes a la presión sonora generada por nuestros altavoces. Si los altavoces tienen una sensibilidad de 90 decibelios, significa que con solo un vatio de potencia de amplificación obtendremos un nivel de presión sonora de 90 decibelios a un metro de distancia. Cada vez que duplicamos la potencia, el nivel de presión sonora aumenta exactamente 3 decibelios.
Por lo tanto, con dos vatios tendremos 93 decibelios y así sucesivamente. ¿Por qué es importante invertir en un amplificador de calidad? Un amplificador potente y de calidad será capaz de responder dinámicamente a pasajes musicales complicados sin generar distorsión ni compresión. Esto es especialmente evidente en géneros como la música clásica o la orquestal, así como en bandas de rock potentes, sobre todo en metal y progresivo, y algunas piezas de jazz. Y con esto concluimos este vídeo.
Si tienes alguna pregunta o quieres probar alguno de nuestros equipos, te invitamos a una sesión personalizada. Nos despedimos por ahora y nos vemos en el próximo vídeo.